Capítulo 3
Desarrollo Personal, Social y Moral.
El hombre es por naturaleza un ser
social y se ve influenciado por su
relación con el entorno, desde su concepción, hasta el día en que mueren. Su
experiencia obtenida en el ámbito de su hogar y su posterior exposición a los
ambientes en que se desarrollan, como en la escuela, al entrar en contacto con
sus pares o con sus maestros marcan la personalidad de cada niño y niña. La
influencia que sus amigos o pares es todavía más relevante en el período de la adolescencia, llegando a ser la mayor
parte del tiempo positiva.
Como antes fue planteado, los
sistemas sociales tienen gran influencia
en el desarrollo de las personas. El profesor
ruso Urie Bronfenbrenner (1917-2005) nos señala un esquema de esta
influencia. Nos propone que “Cada persona se desarrolla dentro de un microsistema (relaciones y actividades
inmediatas) en un mesosistema
(relaciones entre microsistemas), que a su vez está incluido en un exosistema (ambientes sociales más
amplios, como las comunidades); todos éstos forman parte del macrosistema (cultura).” (Woolfolk,
2010, págs. 66-67)
Nuestros hogares nos
proveen las primeras experiencias sociales y marca nuestra personalidad, pues
son las semillas de nuestros principios y valores que serán los cimientos de nuestro
comportamiento. La influencia del estilo de crianza de nuestros padres nos dan
límites y afectan nuestra inserción en la sociedad. De acuerdo a un estudio realizado por Diane Baumrind (1991, 1966) en los Estados Unidos, con familias de clase
media en donde se realizaron entrevistas a 100 niños de edad preescolar,
principalmente de origen europeo. Los resultados lograron clasificar los
estilos de crianza a partir de niveles altos o bajos de calidez y control en la
siguiente manera: “De manera general, estos estilos de crianza están
relacionados con diferentes sentimientos y conductas en los niños. Al menos en
las familias estadounidenses de origen europeo y de clase media, los hijos de
padres autoritativos tienen mayores probabilidades de tener éxito en la
escuela, de sentirse felices con ellos mismos y de relacionarse bien con los
demás. Los hijos de padres autoritarios son más proclives a sentirse culpables
o deprimidos, y los hijos de padres permisivos podrían tener problemas para
interactuar con los pares, ya que están acostumbrados a salirse con la suya (Berger,
2006; Spera, 2005)” (Woolfolk, 2010, págs. 68-70) .
Retomando
el primer concepto, que el hombre es por naturaleza un ser social, es se suma
importancia referirnos a la influencia que los amigos o pares tienen sobre sus
iguales. Esa influencia puede ser positiva, en cuanto les ayuda y motiva a poner
sus mejores esfuerzos en su diario vivir. Pero también puede tener una
influencia negativa cuando es producto de abusos físicos, emocionales o
verbales, como hoy en día se le conoce por su nombre en inglés, “bullying”, o acoso escolar, en su término
en español. En el entorno escolar, son los maestros los llamados a tomar un
papel protagónico en la prevención temprana de estos casos de abuso. Una vez que
se han detectado tales casos, de tomar medidas de intervención y consejería
necesaria, tanto para los abusadores, que creen firmemente que la violencia e
intolerancia son los mejores guías en sus relaciones interpersonales, como con
las víctimas, que en forma pasiva y silenciosa sufren y permiten tales
agresiones, probablemente creyéndose merecedores de tales maltratos.
Los alumnos pasan una gran parte de su tiempo en un ambiente escolar. Sus
compañeros tienen gran influencia, sí, pero también lo tienen sus maestros,
pues ellos como los adultos que en el
interior de un aula de clase pueden influir en gran medida en el desarrollo social
y personal de sus alumnos. “En ocasiones, los profesores son la mejor fuente de
ayuda para los alumnos que enfrentan problemas emocionales e interpersonales.
Cuando los estudiantes tienen una vida caótica e impredecible en su hogar,
necesitan una estructura afectuosa y predecible en la escuela; necesitan
profesores que establezcan límites claros, que sean congruentes, que hagan
cumplir las reglas con firmeza pero no de manera punitiva, que respeten a los
estudiantes y que muestren una preocupación genuina. Los alumnos valoran el
interés de los profesores. El interés se puede expresar como apoyo para el
aprendizaje académico y como una preocupación por los problemas personales.
Para los estudiantes con un alto rendimiento y un nivel socioeconómico alto, el
interés académico podría ser más importante, pero para los estudiantes que
están marginados en la escuela, el interés personal podría ser más relevante. ” (Woolfolk,
2010)
Adolescencia, terrible palabra que encierra grandes cambios. Nuestros jóvenes
alumnos pasan a lo largo de su carrera escolar por esos cambios físicos y
hormonales, que les afecta en todos los aspectos. “Un motivo de tensión para
los adolescentes es el hecho de que alcanzan la madurez física y sexual varios
años antes de que estén preparados psicológica y económicamente para enfrentar
las responsabilidades adultas del matrimonio y la crianza de los hijos.” (Woolfolk, 2010, págs. 78-79)
Aunado a los factores genéticos, de roles de crianza, cambios físicos,
la influencia que ejercen los pares o amigos y del papel que ejerce el maestro
en el desarrollo personal y social en los alumnos, no podemos dejar por fuera
factores como la raza o etnia y sus particularidades; sin dejar por fuera el
relevante hecho del género o su identidad sexual. Antiguamente, los niños eran
tratados y educados en forma diferente a las niñas. Ellos debían ser preparados
para la vida como proveedores y ellas como amas de casa y en el “peor de los
casos”, para ser maestras o enfermeras. Hoy
en día esas ideas son consideradas como arcaicas o retrógradas.
Según la teoría del desarrollo psicosocial de Erick Erikson quien “destaca
la relación entre la sociedad y el individuo; es una teoría que vincula el
desarrollo personal (psico) con el entorno social (social). Erikson creía que
la gente pasa por ocho etapas de vida, cada una de las cuales implica una
crisis central. La resolución adecuada de cada crisis conduce a una mayor
competencia personal y social, así como a un fundamento más sólido para
resolver las crisis futuras. Durante las primeras dos etapas, el niño debe
desarrollar un sentido de confianza por encima de la desconfianza, y un sentido
de autonomía por encima de la vergüenza y la duda.” (Woolfolk,
2010)
Finalmente, veremos la teoría de La
teoría del desarrollo moral de Kohlberg incluye tres niveles: “1) El nivel
preconvencional, donde los juicios se basan en intereses personales; 2) El
nivel convencional, donde los juicios se basan en valores familiares
tradicionales y expectativas sociales; y 3) El nivel posconvencional, donde los
juicios se basan en principios éticos más abstractos y personales.” (Woolfolk,
2010)
En conclusión, los jóvenes pasan por muchos cambios, físicos, emocionales
y sociales. No se puede negar la influencia que ejercen las personas y medios a
los que están expuestos, desde su concepción hasta su muerte. Todos nos vemos afectados,
en mayor o menor medida por todos estos factores que modelan nuestro desarrollo
social y personal. Pero no podemos negar tampoco que esos factores no
determinan nuestro futuro en un 100%, pues tomamos nuestras decisiones de vida
en forma consiente. Nosotros somos los comandantes de nuestro propio barco. El
ambiente, los genes, los estilos de crianza al que fuimos expuestos, la influencia
de los amigos o pares y por supuesto de los maestros; autoestima, el paso por
los cambios físicos y nuestros antecedentes culturales o de raza, nuestro género
o inclinaciones sexuales son todos relevantes. Son como las olas que nos llevan
y mueven de estribor a babor, el material del que está fabricada nuestra nave,
las condiciones del clima de nuestro viaje llamado, vida.
Guía del Capítulo
3
Desarrollo Personal,
Social y Moral
¿Cómo
describe el esquema de Bronfenbrenner los sistemas sociales que influyen en el
desarrollo?
Este modelo
toma en cuenta tanto los aspectos biológicos internos del individuo como los
contextos sociales y culturales anidados que afectan el desarrollo. Cada
persona se desarrolla dentro de un microsistema (relaciones y actividades
inmediatas) en un mesosistema (relaciones entre microsistemas), que a su vez
está incluido en un exosistema (ambientes sociales más amplios, como las
comunidades); todos éstos forman parte del macrosistema (cultura).
El modelo
bioecológico del desarrollo de Urie Bronfenbrenner (Bronfenbrenner, 1989;
Bronfenbrenner y Evans, 2000) reconoce que los contextos sociales en los que
nos desarrollamos son ecosistemas porque están en interacción constante y se
afectan unos a otros. Cada persona vive dentro de un microsistema, en un
mesosistema, que está incluido en un exosistema, y todos éstos forman parte del
macrosistema, igual que ocurre con las matrioshkas, las muñecas rusas pintadas,
insertadas unas dentro de otras.
●
En el microsistema se encuentran las
actividades y relaciones inmediatas de la persona. En el caso de un niño,
podrían ser la familia cercana, los amigos o los profesores, así como las
actividades de juego y la escuela. Las relaciones en el microsistema son
recíprocas: fluyen en ambas direcciones.
●
El mesosistema es el conjunto de
interacciones y relaciones entre todos los elementos del microsistema (los
miembros de la familia que interactúan entre sí o con el profesor). Nuevamente,
todas las relaciones son recíprocas: el profesor influye en los padres, y éstos
influyen en el profesor, y esas interacciones afectan al niño.
●
El exosistema incluye todos los
ambientes sociales que afectan al niño, aun cuando éste no sea un miembro
directo de tales sistemas. El macrosistema es la sociedad en general, con sus
valores, leyes, costumbres y tradiciones. Por ejemplo, piense en el propio
sistema bioecológico del profesor: el profesor está influido por el
microsistema del director, de sus colegas y de sus alumnos; el mesosistema de
las interacciones entre esas personas.
● El
exosistema de las políticas educativas estatales y nacionales, como la Ley NCLB
en el caso de Estados Unidos; y el macrosistema de las normas y los valores
culturales, como el valor de la democracia. (Woolfok, 2010).”
¿De
qué manera afectan a los niños los estilos de disciplina de los padres?
Es probable
que los alumnos hayan experimentado distintos estilos de crianza, los cuales
pueden influir en su ajuste social. Al menos en las familias estadounidenses de
origen europeo de clase media, los hijos de padres autoritativos (o con
autoridad) suelen sentirse más felices consigo mismos y relacionarse bien con
los demás, mientras que los hijos de padres autoritarios tienden a sentirse
culpables o deprimidos, y los hijos de padres permisivos tienen problemas para
interactuar con sus pares. No obstante, las culturas muestran distintos estilos
de crianza. Las investigaciones indican que una paternidad muy controladora se
relaciona con calificaciones más altas en los estudiantes
asiático-estadounidenses y afroestadounidenses.
A través de
la observación de niños y sus padres, y de entrevistas con estos últimos,
Baumrind y los demás investigadores que se basaron en sus hallazgos,
identificaron cuatro estilos de crianza a partir de niveles altos o bajos de
calidez y control:
●
Los
padres autoritativos o con autoridad (alto nivel de calidez, alto nivel de
control) establecen límites claros, hacen cumplir las reglas y esperan un comportamiento maduro. Sin embargo, son
cálidos con sus hijos; escuchan sus preocupaciones, explican las razones de las
reglas y permiten una toma de decisiones más democrática. Los castigos son
menos estrictos y se ofrece mayor guía. Los padres ayudan a sus hijos a pensar
en las consecuencias de sus acciones (Hoffman, 2001).
●
Los padres
autoritarios (bajo nivel de calidez, alto nivel de control) son
fríos y controladores en las interacciones con sus hijos. Esperan que sus hijos
sean maduros y que hagan lo que ellos dicen: “¡Porque lo mando yo!”. No hablan
mucho acerca de las emociones; los castigos son estrictos, aunque sin abuso.
Los padres aman a sus hijos, pero no demuestran su afecto de manera abierta.
●
Los padres
permisivos (alto nivel de calidez, bajo nivel de control) son
cálidos y estimulantes, pero imponen pocas reglas o consecuencias para sus
hijos y no esperan un comportamiento maduro porque “sólo son niños”.
●
Los padres
rechazantes, negligentes e indiferentes (bajo nivel
de calidez, bajo nivel de control) parecen no interesarse por controlar a sus
hijos, ni por comunicarse con ellos o enseñarles algo. Los padres autoritarios,
autoritativos y permisivos aman a sus hijos y tratan de hacer lo mejor;
simplemente tienen distintas ideas acerca de la mejor forma de crianza. (Woolfolk, 2010)
De manera
general, estos estilos de crianza están relacionados con diferentes
sentimientos y conductas en los niños. Al menos en las familias estadounidenses
de origen europeo y de clase media, los hijos de padres autoritativos tienen
mayores probabilidades de tener éxito en la escuela, de sentirse felices con
ellos mismos y de relacionarse bien con los demás. Los hijos de padres
autoritarios son más proclives a sentirse culpables o deprimidos, y los hijos
de padres permisivos podrían tener problemas para interactuar con los pares, ya
que están acostumbrados a salirse con la suya (Berger, 2006; Spera, 2005).
¿Qué papel desempeñan los pares, las camarillas y los amigos en la vida de los estudiantes?
Las
relaciones con los pares ejercen una influencia significativa en un desarrollo
personal y social saludable. Existe fuerte evidencia de que los adultos que
tuvieron amigos cercanos en su niñez poseen una autoestima más alta y son más
capaces de mantener relaciones íntimas, que los adultos que tuvieron una niñez
solitaria. Los adultos que fueron rechazados en su niñez suelen tener más problemas,
como abandonar la escuela o cometer delitos.
Los grupos
de estudiantes desarrollan sus propias normas para la apariencia y el
comportamiento social. Las lealtades grupales pueden conducir al rechazo de
algunos estudiantes, dejándolos molestos e infelices. La agresión de los pares
puede ser instrumental (para obtener un objeto o privilegio) u hostil (con la
intención de hacer daño). La agresión hostil se puede manifestar como amenazas
abiertas o ataques físicos, o agresión relacional, lo que implica la amenaza o
el deterioro de las relaciones sociales. Los niños tienden a utilizar más la
agresión abierta, y las niñas son más proclives a emplear la agresión
relacional.
El Profesor
Laurence Steinberg afirma que esta falta de motivación en el desempeño escolar se debe, en parte, a
la presión de los pares, ya que para muchos adolescentes, “los pares (y no los
padres) son quienes determinan el esfuerzo que invierten en la escuela y el
esfuerzo que dedican a su educación” (1998, p. 331).
Culturas de pares. Los
diferentes grupos de estudiantes que poseen un conjunto de “reglas” (como
vestirse, hablar, peinarse e interactuar con los demás) se llaman culturas de
pares. El grupo determina cuáles actividades, qué tipo de música o qué otros
estudiantes son aceptados y cuáles no. Estas culturas de pares fomentan la
conformidad con las reglas del grupo. Para entender la influencia que tienen
los pares, se deben observar las situaciones donde los valores e intereses de
los padres entran en conflicto con los de los pares, y después evaluar cuál es
la influencia que domina. En estas comparaciones, por lo general ganan los
pares en términos del estilo y la socialización. Los padres y los profesores
influyen en cuestiones de moralidad, elección de carrera y religión (Harris,
1998). Sin embargo, no todos los aspectos de las culturas de pares son
negativos o crueles; las normas de algunos grupos son positivas y apoyan el
rendimiento escolar.
¿Qué
pueden hacer los profesores para manejar la agresión y la intimidación en las
escuelas?
Ayudar a los
niños a manejar la agresión podría marcar una diferencia importante en sus
vidas. Por ejemplo, en un estudio realizado en Finlandia se pidió a un grupo de
profesores que calificaran la agresión de los alumnos al responder “nunca”, “en
ocasiones”, o “con frecuencia” ante afirmaciones tales como “lastima a otro
niño cuando está enojado”. A los ocho años de edad, la agresión calificada por
el profesor predecía los problemas de ajuste escolar en la adolescencia
temprana y el desempleo de largo plazo en la adultez (Kokko y Pulkkinen, 2000).
Un estudio realizado en Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos arrojó
resultados similares. Los varones (pero no las niñas) que mostraban agresión
física con frecuencia en la escuela primaria estaban en riesgo de continuar
mostrando conductas delictivas violentas y no violentas a lo largo de la
adolescencia (Broidy et al., 2003).
Uno de los
mejores métodos para evitar problemas con la agresión posteriormente en la vida
consiste en hacer una intervención temprana. Por ejemplo, un estudio descubrió
que los niños agresivos cuyos profesores les enseñaron estrategias para manejo
de conflictos se alejaron de un camino de agresión y violencia (Aber, Brown y
Jones, 2003). Sandra Graham (1996) experimentó satisfactoriamente con métodos
que ayudaron a niños afroestadounidenses agresivos de quinto y sexto grados a
convertirse en mejores jueces de las intenciones de los demás. Las estrategias
incluyeron el uso de representación de roles, la participación en debates grupales
sobre experiencias personales, la interpretación de indicios sociales en
fotografías, el uso de la pantomima, la creación de videos y la redacción de
finales para cuentos inconclusos. Los niños del grupo de entrenamiento en 12
sesiones mostraron una clara mejoría en su capacidad para interpretar las
intenciones de los demás y para responder con menor agresión.
¿De qué manera las relaciones con los profesores apoyan el desarrollo de los estudiantes?
Puesto que
los profesores son los principales adultos en la vida de los estudiantes
durante muchas horas cada semana, tienen oportunidades para asumir un papel
significativo en el desarrollo personal y social de sus alumnos. En ocasiones,
los profesores son la mejor fuente de ayuda para los alumnos que enfrentan
problemas emocionales e interpersonales. Cuando los estudiantes tienen una vida
caótica e impredecible en su hogar, necesitan una estructura afectuosa y
predecible en la escuela; necesitan profesores que establezcan límites claros,
que sean congruentes, que hagan cumplir las reglas con firmeza pero no de
manera punitiva, que respeten a los estudiantes y que muestren una preocupación
genuina.
El hecho de
agradar a los profesores puede contrarrestar los efectos negativos del rechazo
de los compañeros en la escuela secundaria. Además, los alumnos que tienen
pocos amigos, pero que no son rechazados (sino que simplemente son ignorados
por los demás), pueden lograr un ajuste académico y social cuando les agradan a
los profesores y cuando éstos los apoyan.
Los alumnos
valoran el interés de los profesores. El interés se puede expresar como apoyo
para el aprendizaje académico y como una preocupación por los problemas
personales. Para los estudiantes con un alto rendimiento y un nivel
socioeconómico alto, el interés académico podría ser más importante, pero para
los estudiantes que están marginados en la escuela, el interés personal podría
ser más relevante.
¿Cómo
afecta el desarrollo físico al desarrollo personal y social en la adolescencia?
La pubertad
marca el inicio de la madurez sexual. No se trata de un suceso único, sino de
una serie de cambios que implican a casi todas las partes del cuerpo. Las
diferencias sexuales en el desarrollo físico que se observan durante los
últimos años de la escuela primaria se vuelven aún más pronunciadas al inicio
de la pubertad. Por lo general, las niñas inician la pubertad entre los 10 y
los 11 años (aunque algunas, especialmente las niñas afroestadounidenses,
podrían entrar en esta etapa desde los ocho años). En promedio, las niñas
inician la pubertad uno o dos años antes que los niños. Las mujeres alcanzan su
estatura final entre los 15 y los 16 años, en tanto que la mayoría de los
varones continúa creciendo hasta alrededor de los 19 años; sin embargo, tanto
los hombres como las mujeres continúan creciendo un poco hasta aproximadamente
los 25 años (Thomas y Thomas, 2008; Wigfield,Byrnes y Eccles, 2006). Alrededor
del 80 por ciento de las niñas estadounidenses presentan su primer periodo
menstrual entre los 11 y los 14 años. Un motivo de tensión para los
adolescentes es el hecho de que alcanzan la madurez física y sexual varios años
antes de que estén preparados psicológica y económicamente para enfrentar las
responsabilidades
adultas del matrimonio y la crianza de los hijos.
Los cambios
físicos de la adolescencia tienen efectos importantes sobre la identidad del individuo.
Los
psicólogos están especialmente interesados en las diferencias académicas,
sociales y emocionales que han encontrado entre los adolescentes que maduran de
manera temprana y los que lo hacen más tarde. La madurez temprana parece
implicar ciertas ventajas especiales para los varones. El cuerpo más alto y las
espaldas más anchas de los niños que maduran primero se ajustan al estereotipo
cultural del hombre ideal. Los varones que maduran de manera temprana suelen
tener más ventajas en los deportes y disfrutar de un mayor estatus social; sin
embargo, al menos un estudio también encontró que los niños de quinto grado que
maduran antes presentan más síntomas de depresión (Wigfield et al., 2006).
Además, tienden a involucrarse más en conductas delictivas; esto se ha visto en
niños blancos, afroestadounidenses y méxico-estadounidenses (Cota-Robles, Neiss
y Rowe, 2002).
Por otro lado, los varones que maduran más tarde podrían enfrentar más problemas. Sin embargo, algunos estudios indican que los varones que maduran más tarde tienden a ser
adultos más creativos, tolerantes y perceptivos. Quizá las vicisitudes y la ansiedad de madurar más tarde les enseñe a algunos niños a solucionar mejor los problemas (Brooks-Gunn 1988; Steinberg, 2005).
Por otro lado, los varones que maduran más tarde podrían enfrentar más problemas. Sin embargo, algunos estudios indican que los varones que maduran más tarde tienden a ser
adultos más creativos, tolerantes y perceptivos. Quizá las vicisitudes y la ansiedad de madurar más tarde les enseñe a algunos niños a solucionar mejor los problemas (Brooks-Gunn 1988; Steinberg, 2005).
En el caso de las niñas, estos
efectos son a la inversa. Madurar antes que los compañeros de clases puede ser
una clara desventaja. En muchas culturas, el hecho de que una niña sea la más
alta de la clase no es una característica valorada (Jones, 2004). Es probable
que la niña que empieza a madurar de manera temprana sea la primera en su grupo
de pares en iniciar los cambios de la pubertad. La maduración temprana está
asociada con problemas emocionales como depresión, ansiedad y trastornos de la
alimentación, especialmente en las sociedades que consideran la esbeltez como
una característica atractiva
(Steinberg,
2005). Las niñas que maduran más tarde parecen tener menos problemas, aunque
podrían sentirse preocupadas al pensar que algo anda mal. Todos los estudiantes
se podrían beneficiar al saber que el rango “normal” de la maduración es
amplio, y que existen ventajas tanto para los que maduran de manera temprana
como para los que maduran más tarde.
¿Cuáles son las etapas del desarrollo
psicosocial según Erikson, y cuáles son las implicaciones de su teoría para la
enseñanza?
En la niñez
temprana, el enfoque de la tercera etapa consiste en el desarrollo de la
iniciativa y el despojo de los sentimientos de culpa. Durante los años de la
escuela primaria, la cuarta etapa conlleva el logro de un sentido de
laboriosidad, por encima de los sentimientos de inferioridad. En la quinta
etapa, identidad versus confusión de roles, los adolescentes intentan
conscientemente consolidar su identidad. Según Marcia, estos esfuerzos pueden
llevar al logro, a la difusión, a la exclusión o a la moratoria de la
identidad. Las tres etapas de Erikson durante la adultez incluyen la lucha por
lograr intimidad, generatividad e integridad.
¿De qué manera los profesores podrían fomentar en sus alumnos una autoestima genuina y adecuada?
Las escuelas
y las instituciones para la salud mental continúan desarrollando programas para
la autoestima (Slater, 2002). Los intentos por mejorar la autoestima de los
estudiantes adquieren tres formas principales: actividades de desarrollo
personal, como el entrenamiento de la sensibilidad; programas de autoestima,
donde el currículo se enfoca directamente en aumentarla; y cambios
estructurales en las escuelas, que destacan la cooperación y la participación
del alumno, así como su participación comunitaria y el orgullo étnico.
Existen al
menos dos preguntas que los profesores deben plantearse acerca de la
autoestima:
1. ¿Cómo
afecta la autoestima la conducta de un estudiante en la escuela?
2. ¿Cómo
afecta la vida en la escuela la autoestima de un estudiante?
En lo que
respecta a la primera pregunta, estudios longitudinales han revelado que un
rendimiento académico elevado se relaciona con ideas más positivas acerca del
sí mismo, especialmente cuando estas creencias son específicas para la materia
que se estudia. Sin embargo, esas relaciones suelen ser bajas (Valentine,
DuBois y Cooper, 2004). El hecho de saber que dos variables están relacionadas
(correlacionadas) no nos indica que una sea causa de la otra. Quizás lo que
ocurre es que un alto rendimiento produce una alta autoestima, o a la inversa.
De hecho, es probable que la relación sea bidireccional (Guay, Larose y Boivin,
2004; Marsh y Ayotte, 2003; Schunk et al., 2008).
Con respecto
a la segunda pregunta sobre la forma en que la escuela influye en la autoestima,
¿la escuela es importante? Ese papel que desempeña la escuela en la autoestima
del estudiante ha generado grandes debates. Un estudio que realizó el
seguimiento de 322 alumnos de sexto grado durante dos años indica que la
escuela sí es importante en ese sentido. Hoge, Smit y Hanson (1990) encontraron
que la satisfacción de los alumnos con la escuela —su idea de que las clases
eran interesantes y de que los profesores estaban comprometidos—, así como la
retroalimentación y la evaluación del profesor afectaban su autoestima. En
educación física, las opiniones de los profesores fueron especialmente
significativas para dar forma a las ideas de los alumnos acerca de sus
capacidades atléticas. Estar ubicado en un grupo de baja capacidad o repetir el
mismo grado escolar parece tener un efecto negativo en la autoestima de los
estudiantes; no obstante, el aprendizaje en ambientes de colaboración y
cooperación parece tener un efecto positivo (Covington, 1992; Deci y Ryan,
1985). De forma interesante, programas especiales, como el “alumno del mes” o
la admisión a clases de matemáticas avanzadas, tuvieron pocos efectos sobre la
autoestima. (Relacione esto con el “efecto del pez grande en el estanque
pequeño”).
Hace más de
100 años, William James (1890) sugirió que la autoestima está determinada por
qué tan exitosos somos para lograr tareas o para alcanzar metas que
consideramos valiosas. Si una habilidad o un logro no son importantes, la
incompetencia en esa área no amenaza la autoestima. Los estudiantes deben tener
éxitos legítimos en tareas que sean significativas para ellos. La forma en que
los individuos explican sus éxitos o fracasos también es importante. Para
reforzar su autoestima, los alumnos deben atribuir sus éxitos a sus propios
actos, y no a la suerte ni a una ayuda especial.
¿Cómo se desarrolla la identidad étnica?
Los
estudiantes de grupos étnicos y raciales minoritarios enfrentan el desafío de
formar una identidad mientras viven en dos mundos: los valores, las creencias y
las conductas de su grupo, y los de la cultura general.
La mayoría
de las explicaciones del desarrollo de la identidad describen etapas que van
desde la falta de conciencia de las diferencias entre el grupo minoritario y
las culturas mayoritarias, hasta el uso de diferentes formas de negociar las
diferencias, para finalmente llegar a una integración de las culturas.
¿De qué manera desarrollan los niños los roles de género y la identidad sexual?
El término
género suele referirse a los rasgos y las conductas que una cultura particular
considera apropiados para los hombres y para las mujeres. En contraste, el sexo
se refiere a las diferencias biológicas (Brannon, 2002; Deaux, 1993). En
términos del género y del sexo, la identidad del individuo tiene tres
componentes: la identidad de género, la orientación sexual y las conductas de
los roles de género (Berger, 2006; Patterson, 1995). La identidad de género es
la identificación de la persona como hombre o mujer. Las conductas de los roles
de género son aquellas conductas y características que la cultura asocia con
cada género, y la orientación sexual implica la elección de una pareja sexual.
Las
relaciones entre estos tres elementos son complejas. Por ejemplo, una mujer
podría identificarse como mujer (identidad de género), pero comportarse en
formas que no son congruentes con el rol de género (jugar fútbol) y tener una
orientación sexual de tipo heterosexual, bisexual u homosexual. La identidad
sexual es una construcción compleja de creencias, actitudes y conductas.
Erikson y muchos otros psicólogos pensaban que la identificación con la
identidad de género era directa, es decir, la persona simplemente se daba
cuenta de que era hombre o mujer y actuaba en consecuencia. Sin embargo, en la
actualidad sabemos que algunos individuos experimentan conflictos con respecto
a su género. Por ejemplo, los transexuales a menudo informan sentirse atrapados
en el cuerpo equivocado; por ejemplo, su sexo biológico es de hombre, pero se
identifican como una mujer, o viceversa (Berger, 2006; Yarhouse, 2001).
¿Cuáles
son las etapas de razonamiento moral de Kohlberg, y cuáles son algunos de los
cuestionamientos a su trabajo?
La teoría
del desarrollo moral de Kohlberg incluye tres niveles: 1. el nivel
preconvencional, donde los juicios se basan en intereses personales; 2. el
nivel convencional, donde los juicios se basan en valores familiares
tradicionales y expectativas sociales; y 3. el nivel posconvencional, donde los
juicios se basan en principios éticos más abstractos y personales. Tabla del Desarrollo Moral de Kolberg:
Nivel 1. Razonamiento
moral preconvencional
Los juicios se
basan en necesidades personales y en las reglas de otros.
·
Etapa 1 Castigo, orientación hacia la obediencia
Las reglas se
obedecen para evitar el castigo. Una acción buena o mala se determina por sus consecuencias
físicas.
·
Etapa 2 Orientación hacia la recompensa personal
Las necesidades
personales determinan lo correcto y lo incorrecto. Los favores se pagan de la
forma “tú rascaste mi espalda, yo rascaré la tuya”.
Nivel 2.
Razonamiento moral convencional
Los juicios se
basan en la aprobación de los demás, las expectativas de la familia, los
valores tradicionales, las leyes de la sociedad y la lealtad hacia el país.
·
Etapa 3 Orientación de niño bueno o niña agradable
Bueno significa
“agradable”. Esto se determina por lo que agrada, ayuda y es aprobado por los
demás.
·
Etapa 4 Orientación por la ley y el orden
Las leyes son
absolutas. Se debe respetar a la autoridad y se debe mantener el orden social.
Nivel 3.
Razonamiento moral posconvencional
·
Etapa 5 Orientación por contrato social
Lo que está bien
está determinado por los estándares acordados socialmente en relación con los
derechos individuales. Se trata de una moralidad similar a la de la
Constitución de Estados Unidos.
·
Etapa 6* Orientación por principios éticos universales
Lo bueno y lo
correcto son cuestión de conciencia individual e implican conceptos
abstractos de
justicia, dignidad humana e igualdad.
Los críticos sugieren que la perspectiva de Kohlberg no explica las posibles diferencias culturales en el razonamiento moral, ni las diferencias entre el razonamiento moral y la conducta moral. Señalan además en primer lugar, en realidad las etapas no parecen estar tan separadas, ni ser secuenciales y consistentes.
En segundo
lugar, en la vida cotidiana tomar decisiones morales implica algo más que
razonar. Las emociones, las metas en competencia, las relaciones y las
consideraciones prácticas influyen en las decisiones.
Es probable
que las personas sean capaces de razonar a niveles más elevados, pero que tomen
decisiones de niveles inferiores, con base en estos otros factores (Carpendale,
2000). Kohlberg enfatizó el razonamiento cognoscitivo sobre la moralidad; no
obstante, relegó otros aspectos de la madurez moral, como el carácter y la
virtud, que funcionan para resolver problemas morales cotidianos (Walker y
Pitts, 1998).
¿Qué motiva a hacer trampa en los salones de
clases y cómo deben responder los profesores?
Entre el 80
y el 90 por ciento de los estudiantes universitarios y de bachillerato hacen
trampa o
engañan en algún momento. De hecho, los índices de hacer trampa académica han
aumentado durante los últimos 30 años, quizá como respuesta a un incremento en
la presión y a la evaluación constante. Hasta el bachillerato, los estudiantes
mayores hacen más trampa que los estudiantes menores, pero en la universidad el
patrón se invierte: los estudiantes mayores hacen menos trampa que los
estudiantes menores (Murdock y Anderman, 2006).
Existen
algunas diferencias individuales en la conducta de hacer trampa. La mayoría de
los estudios sobre la conducta de alumnos adolescentes y universitarios
reportan que los hombres tienden más a hacer trampa que las mujeres; asimismo,
los estudiantes de bajo rendimiento tienden más a engañar que quienes tienen
alto rendimiento. Los estudiantes que se enfocan en metas de desempeño (lograr
buenas calificaciones, ser considerado inteligente) en oposición a las metas de
aprendizaje, así como los estudiantes con un bajo sentido de autoeficacia
académica (la creencia de que probablemente no les vaya bien en la escuela),
tienen mayor probabilidad de hacer trampa (Murdock y Anderman, 2006). Sin
embargo, hacer trampa no depende únicamente de las diferencias individuales; la
situación también es importante.
Las implicaciones para los
profesores son directas. Para prevenir las trampas, trate de evitar poner a los
estudiantes en situaciones de alta presión. Asegúrese de que estén bien
preparados para los exámenes, los proyectos y las tareas, de manera que sean
razonablemente capaces de tener éxito sin hacer trampa. Centre su atención en
el aprendizaje y no en las calificaciones. Fomente la colaboración en las
tareas y experimente con exámenes a libro abierto, en colaboración o en casa.
Con frecuencia les indico a mis alumnos cuáles son los conceptos que se
incluirán en el examen, y los animo a analizar los conceptos y sus aplicaciones
antes del examen. Brinde ayuda adicional a quienes la necesiten; sea claro en
sus políticas con respecto a hacer trampa, y cúmplalas de manera constante.
Ayude a los alumnos a resistir la tentación, supervisándolos cuidadosamente
durante los exámenes.
Referencia
Woolfolk, A. (2010). Psicología
Educativa. México: Pearson Educación.
Exelente....
ResponderBorrarExelente....
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